TIN & TINA

¿Final feliz o final fatal?

Claudia Fuentes
9 min readJun 21, 2023
Cartel oficial

¿Dónde está la fina línea entre admiración y obsesión? ¿Tiene realmente tanto peso la educación recibida en tus primeros años de vida? ¿Puede condicionar esta el resto de tu vida? ¿Son los niños realmente tan inocentes como los creemos?

Cuando lo único que conoces se reduce a cuatro paredes en las que la banda sonora son letras de alabanza a Dios, tiene que haber algún tipo de consecuencia en tu desarrollo personal y cómo te relaciones con las personas de tu entorno. Claro, que si la gente que te rodea ha sido criada en las mismas circunstancias, uno no es consciente de lo que realmente hay fuera de esa burbuja que usa el mismo oxígeno para respirar una y otra vez.

Trailer oficial

Tin y Tina son dos almas pequeñas e inocentes que han sido educadas para creer que Dios debe ser el centro, y todo lo que no es centro, de sus vidas. Lo cual es totalmente lógico dado que han sido criados por monjas en un orfanato en el los años 70.

Calificada como una película de terror, Tin & Tina sigue entrando en el top 10 de Netflix, casi tres meses después de su estreno. La estética de la película ya te invita a querer disfrutarla, pero una vez que te introduces en la diégesis, te planteas si lo que estás viendo es un simple thriller o la intención social va más allá.

Con Tin & Tina, los creados han transmitido un mensaje, han representado una realidad; incluso si su intención era hacer solo cine de terror.

Para empezar, hablemos de la ambientación. Esta autora no ha vivido ni de cerca los años de la Transición, pero sí ha tenido acceso a personas que lo hicieron. Los que hoy tienen unos 50 años se han visto trasladados a su infancia y juventud con cada detalle de la puesta en escena. Desde el vestuario, la casa familiar, incluso la forma de expresión de los personajes. Pero sin duda lo que ha sido la guinda del pastel es la inclusión de visionados de la época: desde la noticia del intento de Golpe de Estado del 23-F con el que empieza la película, hasta el telediario en el que podemos oír: “la Transición ha terminado”. Esto localiza sin ninguna duda el filme en los primeros años 80 y conecta de una forma especial con aquellos que los vivieron. Obviamente estos detalles narrativos van dirigidos sobre todo al pueblo español, mas la post-dictadura y Transición Española son épocas conocidas de forma bastante general mundialmente.

Pero esto no son los archivos históricos con más impacto, probablemente porque ya son muy conocidos y usados. Aquellos que han hecho transportarse a tantos han sido los programas: Mis terrores favoritos, Esta Noche, Super Disco Chino y Un, Dos, Tres. Todos ellos, programas que llenaban la televisión en los 80. Y tan bien incorporados en la narrativa, que pareciera que la producción hubiera sido grabada durante estos años. Además, la interpretación de los niños de la canción Super Disco Chino y su baile. Más de un padre hoy se lo sabe a la perfección.

Tin y Tina bailando Super Disco Chino

Avanzando con lo que a la trama se refiere, la película narra la realidad de aquellos años en los que la religión ya no era una imposición del Estado y los creyentes comenzaban a disminuir. Así se ve en Lola que, por una serie de experiencias personales, no cree en Dios. Sin embargo, este personaje y su relación con la deidad evolucionará a lo largo del filme. Y no solo está reflejado a través de los personajes, también a través de los documentos de la época.

Hacia un tercio de la película, los niños, tras haber “experimentado” con el perro de la familia, ponen la televisión para ocupar su espera. Es ahí cuando la enunciación se dirige al espectador con a penas unas frases del programa de Carmen Maura: Esta Noche. Tal es la investigación del equipo de Arte de la producción, que han seleccionado con especial cuidado las palabras que, a través del tiempo, nos iba a decir la chica Almodóvar: “Hoy no se cree en nada. No se cree ni en los prestidigitadores”. Resume perfectamente la relación que comenzaban a tener muchos españoles con la religión, libres gracias a una España aconfesional que acababa de nacer.

Está claro que para muchos no era así del todo, pues los jóvenes hermanos no habrían tenido esa libertad. Se asume desde un primer momento que la fijación por Dios de Tin y Tina es producto del adoctrinamiento de las monjas del orfanato. Sin embargo, hay demasiados aspectos de la personalidad de los niños que van más allá de la simple adoración de Dios. No es solo que interpreten la Biblia al pie de la letra, lo cual es ya preocupante. Es que no saben diferenciar entre el bien y el mal. Al menos, el bien y el mal entendidos como el comportamiento en una sociedad.

Milena Smit como Lola

Hablamos claramente de los castigos que dictan a aquellos que llaman pecadores. Castigos que se toman la libertad de afligir, cuando ellos mismos hablan de la ira de Dios y su justicia. Cualquier otro creyente de estas últimas convicciones, dejaría actuar a Dios. Lo dejaría en las manos divinas. Sin embargo, ellos mismos se toman la justicia por su mano en su juego de seguir al Señor. No solo los castigos son totalmente desproporcionados, sino crueles.

Super Disco Chino era el único juego normal de niños que los gemelos conocían. A ellos les gustan más los juegos bíblicos en los que, además de demostrar su increíble conocimiento de las escrituras, pueden ver a Dios.

Desde pequeños, nos cuentan eso de experiencias cercanas a la muerte en las que ves toda tu vida pasar y una luz blanca al final del túnel. Desconozco la imagen que surge en la cabeza de estos niños en su juego pero, sin duda, podemos llamar al juego como una experiencia cercana a la muerte. La forma en la que Tina asfixia a su hermano para que vea a Dios es apabullante. Tanto que la propia madre es incapaz de moverse. Además, cuando lo intenta, llega el miedo a incumplir su promesa y que la desgracia acabe llegando. Aunque para Tin y Tina sea un juego, en alguna parte de su mente tienen interiorizado que lo que hacen no está bien, pues si de otra forma fuese, no harían prometer a su madre que no se moverá. O más adelante cuando asfixian a Lola de la misma forma, no lo esconderían tras una pelea de almohadas entre ángeles y demonios.

Tal vez, sus intenciones sí sean buenas cuando “limpian el alma” al pobre perro, que merece un castigo después de haber mordido a su madre. Esta escena es, de hecho, una copia del cortometraje homónimo del mismo director en 2013. El cortometraje es la misma escena que ya conocemos en la película, pero un poco más macabra. No es al perro al que limpian el alma, sino a su padre. La inocencia se escucha en sus palabras cuando esperan convencidos a que su padre (en el corto) y el perro (en la largometraje) despierten. De hecho, en ambos casos, las víctimas se despertarían mucho más contentos después de la limpieza del alma. Y en el caso del perro, Lola y Adolfo, los padres adoptivos de Tin y Tina, se despertarán más contentos e incluso orgullosos del trabajo de los niños. Obviamente, esto no sucede así en ningún film.

El cortometraje original que inspira el relato de 2023 está producido muy singularmente. En blanco y negro, el color de pelo de los hermanos toma más protagonismo, así como la interpretación de los actores en el único plano secuencia de todo el corto de 12 minutos.

Fotogama del cortometraje Tin & Tina

Toda la historia de los gemelos albinos, aunque ficticia, está basada en las vivencia y pesadillas del director, Rubin Stein. En entrevistas, Stein ha confesado que, cuando era pequeño y tuvo acceso a una Biblia, encontró pasajes atemorizadores que lo llenaron de pesadillas y sueños macabros. Ya adulto, fue consciente de que solo era el poder de su imaginación, pero aún así quiso reunir esas fantasías en una obra que mezcla religión y terror.

Tal vez, también encontremos un reflejo, no solo de las pesadillas, sino del viaje por la religión de su creador en la propia obra. En los años que corrían, uno no se podía desvincular permanentemente de la Iglesia, pues aún esta estaba demasiado asimilada en el imaginario colectivo. Es así que el filme empieza con la pareja, Lola y Adolfo casándose en una Iglesia. Sin embargo, sí vemos lo que debieron ser dudas generales de los jóvenes adultos en Lola. Personas que más que rechazar la idea de Dios, tenían un enfado con este. Más que atea, se podría considerar agnóstica a Lola. Ella misma dice que es “difícil creer” después de haber perdido a sus gemelos en un aborto natural; o a sus propios padres años atrás. Vemos esa ira cuando habla con la Madre del convento y le increpa dónde está Dios ante esas tragedias. Lola es el reflejo de muchos que, sin la obligación de un Estado católico, ven esas tragedias y no encuentran consuelo en Dios, si no una ira hacia él.

Pero a veces los milagros existe, y es en los momentos más desesperados en los que las personas se agarran a un clavo ardiendo y aún sin convicción rezan a Dios. Bueno, Lola fue un poco más extremista y acudió al juego de ver a Dios que le enseñaron sus hijos: la asfixia. Y solo un milagro podía hacer que encontrara a su bebé en medio de un incendio provocado de forma inexplicable. Aparentemente.

Es un supuesto rayo el que provoca el incendio de la casa familiar. Y es Adolfo el que arde el llamas por el impacto del rayo en su cuerpo. Algo tenía que servir como unión entre la tierra y el cielo. Y solo Dios puede romper un matrimonio. Es irónico que, ante una Lola que desea divorciarse y un Adolfo que no, sea el cielo quien tome acción.

Jaime Lorente como Adolfo

El cielo o los niños, que se sienten inspirados tras el rezo antes de dormir de vuelta en el orfanato, al que han sido devueltos por sus padres adoptivos. Y es que los juegos de estos habían llegado demasiado lejos cuando casi ahogan al pequeño bebé de Lola y Adolfo, al querer bautizarlo. En su enfado, Adolfo quema la Biblia, lo que es la mayor ofensa para unos creyentes tan intensos como lo son Tin y Tina. ¿Puede considerarse esto una burla a Dios? Parece que eso es lo que creen los hermanos mientras rezan y dicen estas palabras: “De Dios nadie se burla, pues todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará”.

La Palabra de Dios es prendida en llamas, así como Adolfo lo hizo. No hay mayor metáfora. Pero ¿pudieron hacerlo los niños? Supuestamente mientras esto ocurría, ellos estaban dormidos y eran vigilados por una hermana del orfanato. Y estaban demasiado lejos de la casa familiar, a quince kilómetros. A esa conclusión llega la propia Lola cuando despierta en el hospital tras el incendio.

Pero Tin y Tina sabían que atravesando el bosque solo había seis kilómetros. Preguntaron esta información el mismo día que fueron adoptados. También dos figuras se cruzaron aquella noche ante el coche de Lola y Adolfo de vuelta a casa. Y la canción favorita de Tin y Tina, Super Disco Chino, comenzó a sonar en la radio mientras la casa ardía en llamas. La propia Lola llamó a los niños aquella noche entre gritos y desesperación. Pero también los milagros existen y, para Lola, lo único que importa es que su bebé está a salvo; ella misma así se lo pidió a Dios.

Tin & Tina tiene un final fatal. Un final fatal, con un final feliz, con una madre reunida con sus hijos y con un padre que no se puede burlar más de Dios. Es un film que hace una crítica al adoctrinamiento religioso, a la vez que una reflexión sobre la necesidad humana de buscar un sentido a las cosas y apoyarse en un Dios. Un Dios al que has llegado a odiar, pero al que recurres para no verte solo. Solo en una sociedad cada vez más individualista.

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Estreno en Netflix: 31 de marzo de 2023

Dir.: Rubin Stein

Anastasia Russo como Tina

Carlos González Morollón como Tin

Milena Smit como Lola

Jaime Lorente como Adolfo

Disponible en Netflix

Cortometraje original en Filmin: Tin & Tina (2013)

Valoración personal: 4/5

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