The Little Mermaid. A Disney live-action. 2023

LA SIRENITA

En distintos mares

Claudia Fuentes

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La fascinación por lo desconocido. O un miedo que nos mantiene en tierras controladas. Una de las dos posturas es la que nos guía en nuestra vida y nos determina para tomar una decisiones u otras. El protagonista siempre deja en algún momento su hogar para enfrentarse a su viaje… pero nunca es tan evidente la exploración de lo desconocido como en La Sirenita. Dos mundos unidos por una superficie de cristal, milímetros de agua que cambian el color de las cosas.

Trailer oficial

La Sirenita se convirtió en un clásico Disney en 1989, cuando la compañía decidió adaptar la obra original de Hans Christian Andersen. Desde entonces no hemos tenido una sola sirenita, o mejor dicho, La Sirenita ha nadado por distintas dimensiones y versiones de sí misma, hasta llegar a su última forma en el live-action de Disney, La Sirenita, estrenado hace apenas unas semanas, en mayo de 2023.

Alrededor de esta última versión, han habido muchísimos debates y polémicas de los que todo el mundo a tomado parte. El principal: la raza o etnia de La Sirenita. Este personaje, tradicionalmente, se ha representado de piel blanca, y en 1989, la compañía le dio el característico pelo rojo. Esta es la imagen referente que se tiene en el imaginario colectivo de la historia de este personaje mitad humano mitad pez.

Película original de Disney (1989)

La polémica surgió cuando en 2019, Disney reveló a la actriz que interpretaría el papel de la risueña Ariel: Halle Bailey, una mujer negra. Y claro, cómo una mujer negra va a interpretar un personaje ficticio y fantástico de piel blanca y cabello rojo. Pero la pregunta escondida tras estas palabras es: ¿cómo se ve afectada la narrativa original por esta decisión?

Pues bien, si hablamos de narrativa original debemos, en realidad, remontarnos al cuento escrito por Hans Christian Andersen en 1837. Cuando Andersen escribió esta historia jamás habló de una piel blanca ni de la posible etnia de las gentes del mar ni, en especial, de la sirenita. Aún así, por los tiempos en los que esta historia fue escrita, si Andersen tenía una etnia humana trasladable a una sirena, probablemente esta sería simplemente blanca y con rasgos europeos. Recordemos que Andersen era danés.

Portada del libro ilustrado. Traducción de Francisco Antón

Cuando la adaptación de Disney de 1989 nació, es “históricamente lógico” que la sirenita fuera blanca. No sería hasta tres años después cuando se estrenara Aladdín (1992), una historia ambientada en el mundo árabe o en 1995, cuando vio la luz Pocahontas, la primera historia con una princesa racializada. Sin contar con Jasmín (Aladdín, 1992), que aunque sí es princesa Disney, no es protagonista de su historia. El propósito de la exposición de estos datos no es otro sino contextualizar al lector antes de emitir un juicio de valor sobre el color de piel de la protagonista de esta historia.

El único rasgo icónico y representativo que le dieron en Disney fue el cabello rojo, el cual ha sido su seña de identidad entre las otras princesas Disney.

Con todo esto podríamos deducir que Andersen nunca dio una identidad étnica a la sirenita pero, para ser más precisos, hagamos un repaso por las menciones que tuvo Andersen en cuanto al aspecto físico de su personaje. Los ojos de la sirena era azules, así son descritos cuando el príncipe los mira por primera vez. No dio a su pelo color, pero si lo describió cuidado y largo. Y su piel era como un pétalo de rosa, suave y delicada.

“Las seis eran muy hermosas, pero la menor era la más bella de todas; tenía la piel suave y delicada como un pétalo de rosa, y sus ojos eran tan azules como el mar profundo; pero, al igual que sus hermanas, carecía de piernas, porque su cuerpo terminaba en una cola de pez“ Hans Christian Andersen, 1837. [Versión de Francisco Antón].

A lo largo del cuento, Andersen hace referencia a las “blancas manos” de la sirenita. Y al final, describe a todas las hermanas pálidas, aunque esto bien podía ser por el momento crítico en el que se encontraban.

“De pronto surgieron de las aguas sus hermanas, tan pálidas como ella misma […]” Hans Christian Andersen, 1837. [Versión de Francisco Antón].

En cuanto al pelo, Andersen solo escribió sobre lo bello y largo que lo tenía, extremadamente largo, y sobre cómo lo decoraba con florecillas del mar. Tan largo era su cabello que con él se cubrió sus intimidades al convertirse en humana. En una ocasión, habla de cómo los marineros veían un velo blanco flotando al viento, que confundían con las alas de un cisne. Si tomamos esta referencia, el pelo de La Sirenita de Andersen podría ser blanco.

“[…]. Lo observaba oculta entre los verdes juncos, y si alguien veía su velo blanco flotando al viento, pensaba que era un cisne batiendo las alas” Hans Christian Andersen, 1837. [Versión de Francisco Antón].

Puesto que estas son las referencias del autor original de La Sirenita, no podemos concluir con que el color de piel o siquiera el aspecto físico sea algo crucial para la narrativa de esta historia.

Realmente, Disney arriesgó con esta decisión y es que ellos ya debían saber la conversación que se iba a crear alrededor de la película. Tal vez incluso, fuera uno de los incentivos que animaron al director, pues ya se conoce el viejo dicho: toda publicidad es buena.

Tras haber visto La Sirenita (2023) puedo concluir en que el color de piel y los rasgos de Halle Bailey es en lo que menos se fija el espectador, más allá de quedar cautivado por su belleza y su interpretación. Y es que Halle es La Sirenita. Es Ariel, el nombre que le dio Disney (Andersen nunca nombró a ninguno de los personajes).

Fotograma de la película

Además, la narrativa no se ve para nada destruida, si no todo lo contrario: alimentada. En esta versión, cada una de las hijas del rey del océano pertenece a una etnia distinta, representando así los siete mares. Esto justifica y hace callar por completo a todos los que se negaron desde un principio a que Halle interpretara a la querida Ariel. Además, localizan el relato en el Caribe, lo que le da aún más significado a la decisión.

Lo que si se echa en falta es una presentación más extensa de las princesas de lo mares. Solo al principio tenemos un primer plano de cada una de ellas y conocemos sus nombres. Se extraña esa preciosa canción del comienzo de largometraje de animación en la que todas se presentan y las podemos ver más de cerca. Esto, sin duda, hubiera dotado de más significado étnico a toda la historia. Además, en toda la temporada de promoción de la película se les ha dado especial importancia al resto de princesas, lo cual hace bastante deprimente no contar con ellas más que en unos planos en los que ninguna sobresale. Aunque el relato que se esté visualizando sea el de Ariel. Aún así, todo el reparto está cuidado minuciosamente.

La inocencia e ilusión de Ariel la puedes ver en los ojos de Halle con una sencillez que parece que el personaje hubiese sido escrito para ella. Su voz bien podría ser la de una sirena.

Si algo caracteriza a las película Disney y a sus princesas es la cantidad de canciones melodiosas y que te transportan al mundo fantástico de una forma tan simple que parece insultante para un adulto.

Y es que tras años hablando del color de piel de la nueva Ariel, cuando se ha estrenado el largometraje lo que más se ha comentado no es precisamente esto.

Lo que más han criticado los espectadores en redes sociales es la animación de los animales, una parte fundamental en toda historia Disney. Ya habíamos visto antes live-action en los que los animales hablaban y no contrastaba con la puesta en escena y los actores de carne y hueso. Incluso, en la Bella y la Bestia, los animadores demostraron su maestría dotando de alma a objetos inanimados y nadie puso objeción. Esto no ha sido así con La Sirenita.

Los animales son tan reales que dejan de serlo. Me explico. Sus características son las del mundo real, el nuestro; básicamente, el pez que podrías tener en tu casa. Al darle un alma y una voz a estos animales, hay quien los ve ridículos. Y por ello, han llenado las redes de memes con sus protagonistas. El más comentado, el adorado Flounder, que se ha convertido en burla.

Flounder: 1989 vs. 2023

Pero el resto de animales han causado mucha sensación. Especialmente en la secuencia en la que son protagonistas: la icónica canción “Bajo el mar”. Y aquí, he de decir que la puesta en escena no ha estado a la altura. La interacción de personajes es prácticamente inexistente: solo Ariel interactúa con Sebastian, el cangrejo, mientras que a su alrededor hay un derroche de color y movimiento de especies marinas que no tienen voz. Por supuesto, cada animalito es bello y su movimiento armonioso y sedoso, como si flotaran bajo el agua. Irónicamente, claro. El problema es que esta canción no es un icono solo por la letra y la melodía, si no por las distintas voces procedentes de los propios animalillos que le muestran a Ariel las maravillas bajo el mar. El momento en el que definitivamente te das cuenta de que algo no marcha es en el que escuchamos a un Sebastián diciendo lo que en la versión original es un momento demasiado cómico: “A mí me van a comer”. Simplemente no sigue la narrativa original de la canción y tampoco la alimenta o complementa con otros rasgos.

Otro ejemplo es la descripción de los sonidos e instrumentos que cada animal puede hacer: no se les da el foco. Sebastián sigue cantando mientras pasan cosas a su alrededor. La descripción musical y la visual son totalmente distintas. La canción y la puesta en escena no están en armonía ni sintonía para formar la narrativa perfecta e independiente que tiene esta secuencia. Son dos narrativas distintas.

Sin embargo, esto no ocurre en el tema “Bésala”, en que Sebastián vuelve a ser director de la orquesta de la naturaleza. En esta ocasión, sí podemos ver una descripción visual en la que los animales acompañan la letra de la música, como los grillos personificando el instrumental de cuerda.

A pesar de algunas faltas como estás, que los fanáticos de los cuentos clásicos de Disney han (hemos) encontrado en la película, hay muchísimos otros elementos narrativos que la hacen sobresalir y mejorar con respecto a la versión original de 1989.

El primero es la inclusión del diálogo interno de Ariel. Todos sabemos que la sirenita pierde la voz para poder estar junto a su amado príncipe azul. Lo que no conocíamos hasta ahora eran sus pensamientos de la mitad de la película en adelante sobre el mundo humano, más allá de querer besar al príncipe y de creer que un tenedor servía para peinar. Y sí, obviamente las expresiones de la Ariel animada nos decía mucho, pero es que el diálogo interno en forma de canción está tan bien integrado que eleva la película y su narrativa.

A través de estas canciones, que hablan de lo sorprendente que es ser humana, podemos conocer más sobre la curiosidad de Ariel y además, su historia no se ve únicamente reducida a su deseo de amor, que si bien es el detonante de todo la historia, no es el motivo original de su curiosidad. Ariel ya amaba el mundo terrestre antes de conocer a Eric. Y así lo demuestra cuando pide sin palabras al Príncipe que le explique más y más cosas que para ella son extrañas.

Y hablando de Eric, creo que es de destacar el protagonismo que se le da en la película y cómo este, casa a la perfección con el personaje de Ariel. Nos muestran a un Eric que tiene los mismos anhelos que la Sirenita. Incluso tiene una habitación llena de objetos de sus viajes, como Ariel tiene una caverna de objetos encontrados. Por fin nos muestran a una pareja Disney que encuentran el amor en el otro más allá de unos físicos envidiables: los dos sueñan con lo mismo, descubrir nuevos mundos y aprender. Y es esa ilusión que encuentran en el otro, la que hace que caigan rendidamente enamorados. Además, dar una canción al que también se ha convertido en protagonista es muy lógico.

Un momento especialmente gracioso es en el que Ariel le “dice” su nombre a Eric. La adaptación de este momento en la animación al live-action es perfecta. La forma entrañable en la que lo hace, tocando sus labios para que produzca el sonido de la “ele”, tras pronunciar al constelación Aries. Solo demuestra el increíble ingenio de los cineastas detrás del proyecto.

Y si de momentos graciosos de trata, no podemos obviar el duo musical que forman Sebastián, el cangrejo, y Scuttle. Esta última solía ser una gaviota en la animación, pero por motivos de narración y para que pudiera sumergirse en el agua, la han convertido en lo que se conoce como alcatraz. Estos dos tienen su momentito de gloria en una canción dedicada al cotilleo y “salseo”.

Y por último, el elemento narrativo mejor utilizado: la salida a la superficie de Ariel. La irenita de 1989 solía salir a la superficie con frecuencia para admirar la tierra de lejos, los barcos, las aves… Nuestra Ariel caribeña nunca ha tocado la superficie del mar. Nunca ha visto el cielo sin un cristal acuoso de por medio. Nunca ha desobedecido la expresa orden de su padre de no salir a la superficie. Todo esto hace que su salida a la superficie y todo lo que viene después se vuelva aún más épico, puesto que su contacto con el mundo humano solo había sido bajo el agua con los “cachivaches” de los naufragios. Tan épico es este momento que lo convirtieron en la imagen y cartel de la película.

En definitiva, es una película que ha dado mucho que hablar y con razón era una de las más esperadas de este 2023. Y aunque haya algunos aspectos que los conocedores del clásico Disney no aprecien, cada nuevo detalle alimenta y enriquece mucho más la historia que ya conocemos, creando un relato mucho mayor y más extenso. Y aún quedan muchos más detalles que comentar, más si aún queremos hacer repaso no solo de este relato de 2023 si no de la historia que nació en 1837 en aguas danesas. Pero si algo ha hecho bien Disney en esta ocasión, es honrar a los orígenes de esta historia con la cita que inicia este relato moderno:

“But a mermaid has no tears, and therefore she suffers so much more”

“Pero como las sirenas carecen de lágrimas, su sufrimiento es mucho mayor”

– Hans Christian Andersen , 1837.

Es por esto que las lágrimas que corren por el rostro de Ariel al final del filme cobran más significado que nunca.

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Estreno en cines: 26 de mayo de 2023

Dir.: Rob Marshall

Halle Bailey como Ariel

Jonah Hauer-King como Eric

Javier Bardem como Tritón

Valoración personal: 3/5

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