EL SILENCIO
¿Por qué callamos?
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¿Qué se esconde tras un rostro inexpresivo y carente de voz? Estas son las preguntas que asoman en las mentes de los que han visto esta serie. Pero va aún más allá. Qué calla un supuesto asesino, que ni se declara culpable ni se exculpa.
Sergio ha estado seis años encerrado tras haber sido públicamente denominado como el Asesino del Balcón. Menudo apodo, totalmente descriptivo. Pero ¿qué pasa cuando un asesino termina su castigo? ¿Puede rehacer su vida? ¿Quién lo espera fuera?
Y lo que guía esta historia y el centro de su relato: ¿qué ocurre dentro de su cabeza?
Para dar una respuesta a esta pregunta hay todo un equipo de psiquiatras que analizan cada movimiento de Sergio. Lo han convertido en su objeto de investigación, sujeto en realidad. Pero ¿cuánto se puede alejar un investigador de lo que investiga?
Esta serie nos acompaña por el viaje de una psiquiatra y su sujeto de estudio; o por un asesino y su psiquiatra. El orden es difícil de determinar, puesto que al terminar la obra, uno se pregunta quién es el verdadero protagonista de esta: si el sujeto de estudio o los ojos que lo vigilan.
Desde luego, han conseguido dar ese aura de thriller y miedo que hacen que te plantees cambiar de acera en la noche.
Desde el inicio de la serie, nos lanzan de lleno a la vida de Sergio, a su vida pasada y presente. Pinceladas de cómo presuntamente mató a sus madres, pero nunca el cuadro completo. ¿Qué pasó aquella noche? A lo largo de los capítulos, nos dan pistas contradictorias. Por un lado vemos a un Sergio tranquilo que dedica tiempo a las plantas y que empieza a conocer a una chica; por otro, un Sergio violento que mete en una pelea tras otras, sin importar quien sea quien recibe los golpes, adolescente novio celoso de la chica o pastor de una Iglesia que se encarga de su reinserción.
¿Cuán es el verdadero Sergio? Sea cual sea, todos tienen algo en común: el amor por su hermana. Una hermana adoptiva de la que lo alejaron cuando lo metieron en el centro de menores tras aquella noche. Una hermana que no ha visto en años, pero que no ha abandonado su mente por un segundo. ¿Pero quiere su hermana reencontrarse con el asesino de sus padres?
Paralelamente tenemos a Ana, la psiquiatra que lleva el caso de Sergio. Lo tiene vigilado 24 horas, 7 días a la semana. Pero solo por investigación. Solo para demostrar que Sergio no es un psicópata. Porque ella lo conoce. Sabe lo que está dentro de su mente. O eso cree.
La familiaridad y obsesión que tiene Ana se hace evidente capítulo tras capítulo. No tiene vida personal. O mejor dicho, ha abandonado su vida personal. Ha convertido su vida profesional en su vida personal.
Los símbolos y la narrativa que encontramos en toda la obra están muy bien cuidados. Aparentemente son dos historias distintas. Dos caminos paralelos, tal vez unidos por un puente. Pero en realidad, son dos caras de la misma historia. Es la misma historia, dos relatos. Porque Ana abandonó su historia propia para meterse en la de Sergio.
¿Por qué si no adoptaría a la hermana de este? ¿Por qué está empeñada en encontrarse emocionalmente con el que debería ser solo su objeto de estudio?
Es escalofriante la forma en la que conectan a Ana con Sergio, mientras que este apenas es consciente de la existencia de ella. Mientras ella… ¿se enamora? ¿Se obsesiona? El momento más impactante de esta obsesión creciente es cuándo ella lo observa manteniendo relaciones sexuales, y lejos de apagar el monitor, se detiene y observa cada movimiento hasta el punto de excitarse y masturbarse. Pero ella se niega a esta realidad, que todos a su alrededor ven clara, y cuando su marido le pregunta si le excita Sergio, ella no tiene palabras.
Toda la historia y su representación audiovisual te mantiene enganchado al relato. Y aunque capítulo tras capítulo hay momentos álgidos de tensión dramática, me atrevería a decir que es plano en comparación con el final.
El final de esta pieza audiovisual es sin duda impactante, escalofriante, arrollador… hasta el punto de robarte las palabras.
La forma en la que juegan con la historia de la cual solo te habían dado un relato lineal, para de repente en el último capítulo, dar al espectador no uno ni dos si no tres realidades simultáneas, haciéndote dudar de cuál es el veraz. Dudar de si todo lo visto hasta ahora era mentira. Pero todo se une formando el relato final.
Por un lado, lo que nos han presentado desde un inicio: Sergio mató a sus padres porque era un chico con problemas psicológicos, un potencial psicópata (o sin el potencial).
Los padres de Sergio eran científicos y lo medicaban: era un sujeto de estudio mucho antes del presente del relato.
Ana y su conexión con Sergio antes de ser su psiquiatra y obsesionarse: era pupila de la madre de Sergio.
Ana, madre de la hermana de Sergio. A la muerte de sus padres, mientras Sergio estaba en el centro de menores, Ana convenció a su marido para adoptar a la pequeña hermana, traumada por haber sido testigo aquella noche.
Y por último, solo la hermana tiene la verdad de lo que pasó.
Cuando parece que todo está claro, otra bomba que destroza todo lo que creíamos saber sobre aquella noche: Sergio cuenta su verdad a Ana. Su verdad. Él nunca arrojó a sus padres por el balcón, fue su padre el que en una pelea tiró a su madre, y tras tomar consciencia de lo hecho, se tiró el mismo.
Pero no nos dejan disfrutar de esta verdad de Sergio. Porque apenas la dice en voz alta llega su hermana para volver a la verdad inicial: fue Sergio quien tiró a ambos padres por el balcón, como sabíamos desde un principio.
El tiempo entre estas dos verdades es muy corto. Esto destroza por completo la (falsa) agnición que había contado Sergio. No da tiempo a saborearla. No da tiempo a imaginarte una realidad en la que Sergio no es culpable. Un recurso perfectamente válido, que aporta muchísimo más a la historia y a la construcción de personaje de Sergio, que queda totalmente inutilizado y desaprovechado.
En realidad, esta es la única falta que puedes encontrar en la obra, porque el resto es narrativamente impecable.
Incluso la última escena. Ya se conoce la verdad absoluta: fue Sergio el que desde un principio mató a sus padres. Y ahora Ana, que su único motor era demostrar que Sergio no es un psicópata, se ha quedado sin razón.
Y todo esto da lugar a unos últimos momentos de lo más extraños y surrealistos, que desembocan en un Sergio y una Ana, abatidos y sobrepasados por la realidad. En los últimos segundos se dicen todo con la mirada, mientras la cámara se aleja y sus figuras no se distinguen la una de la otra. Se convierten en una. O tal vez, siempre lo fueron: locura en dos cuerpos. Ya nunca más se distinguirán, mientras que una cae al vacío desde el balcón, desde donde la otra simplemente vive apacible el momento.
El Silencio es una obra audiovisual que te deja con más preguntas que respuestas, pero que no te deja indiferente ante la complejidad de la mente humana.
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Estreno en Netflix: 19 de mayo de 2023 (España)
Creada por Aitor Gabilondo
Arón Piper como Sergio
Almudena Amor como Ana
Disponible en Netflix
Valoración personal: 4/5