BRIDGERTON, Cara A y Cara B
Un análisis de lo público y lo privado, lo masculino y lo femenino en el universo alternativo de época que está de moda
Los Bridgerton ha sido una de las series más exitosas del 2020–2021. Está producida y creada por Netflix, basada en las novelas de Julia Quinn con el mismo nombre. Se trata de una serie de época traída a la contemporaneidad. He decidido hacer el proyecto sobre esta saga literaria y la serie, porque hay grandes referencias a lo público y a lo privado. Puesto que es una serie de época, podemos verlo con mayor claridad, así como la similitud de lo público con lo masculino y lo privado con lo femenino.
Para ponernos en contexto con este universo creado, no hay nada mejor que introducirnos en él.
Antes de comenzar con el análisis de lo público y lo privado en Los Bridgerton, primero debemos hacer unas consideraciones previas.
Como bien se muestra en el tráiler, la alta sociedad de Inglaterra estaría conformada por personas de distinto color. Puesto que se trata de una serie de época, esto es muy impactante: ni por asomo las personas negras tenían los mismos derechos que los blancos en esta época histórica (el reinado de Jorge III de Inglaterra). Estos tintes contemporáneos que se le confiere a la serie (y que en el libro simplemente no son mencionados) se debe al deseo de los creadores de acercar el universo al siglo XXI. Dado que es una serie enfocada para un público joven, se tomaron este tipo de licencias, puesto que tampoco se trata de una obra que busque la rigurosidad histórica. Sin embargo, la mezcla de razas en la serie tendría un por qué histórico: se basa en el mito de que la reina Carlota, esposa de Jorge III, tenía antepasados negros. En la serie, la reina es interpretada por una actriz negra. En este universo paralelo, el enlace matrimonial de ambas razas habría igualado los derechos humanos. Empezando por aquí el análisis de los público y privado, yo me atrevería a decir que esta decisión se debe plenamente a lo privado de la creación de la serie. Puesto que está producida por Netflix, su ambiente es privado y de cara a sus espectadores buscan la sensación, atraerlos y cuidarlos. El objetivo de crear este universo paralelo de la Inglaterra del siglo XIX es educar a los jóvenes de esta realidad del siglo XXI, en el respeto y en la igualdad entre razas. De hecho, desde mi opinión personal, la serie (aunque ha sido una apuesta arriesgada) han logrado un muy buen resultado, porque que a pesar de que a los espectadores nos haya sorprendido ver la mezcla, en la serie no es ni siquiera un aspecto comentado, no hay colores de piel.
Ya adentrados en este universo paralelo que Julia Quinn y Netflix nos presentan, podríamos hacer un largo estudio exhaustivo de lo público y lo privado, así como de lo masculino y lo femenino. Para organizar todos estos datos y hacerlo de la explicación más concreta posible, vamos de lo general a lo concreto.
No solo Los Bridgerton se ambienta en una Inglaterra paralela del siglo XIX, además la historia del primer libro y la primera temporada de la serie transcurre en la temporada social, la temporada para encontrar esposo. En esta historia tenemos a Daphne como protagonista, la cuarta de lo hermanos Bridgerton. Es su debut social, ya no como niña, sino como mujer a encontrar esposo. Los tres hermanos mayores de Daphne son todos varones y su padre ha fallecido. Esto es importante, puesto que la decisión final de quién será el cónyuge de Daphne recae en Anthony, el mayor de los hermanos y el hombre de la casa. La madre de los Bridgerton, si bien tiene ese poder de madre en el hogar, en lo público su hijo mayor es el cabeza de familia.
Una puesta de largo, teatro en todo su esplendor. En lo público, las jóvenes en edad de casamiento acuden a bailes y eventos donde ser vistas. Los hombres a su vez acuden a ellos para ver el mercado. En el contexto de este espectáculo social, las jóvenes empiezan a recibir a pretendientes ya en su hogar: presentes enviados a la casa de las muchachas para mostrar y hacer gala de la posición social y el poder adquisitivo. Ya en un ambiente privado, será la familia la que estudie y sentencie quién será el mejor esposo.
Las mujeres son expuestas como trofeos: ¿quién llevará a la joven más bella de su brazo?. Así, en lo público deben comportarse como tal. Guardar las formas, una educación exquisita y sin tener demasiada opinión. En lo privado todo cambia si bien, el poder absoluto no está en la mujer, la relación con los hombres de la casa es más de igual a igual. Esto lo podemos ver en cómo hermanas y hermanos se quieren y respetan entre los muros del hogar, pero una vez en las calles, ellas los obedecen y aunque puedan tener alguna queja, no ponen en ridículo la autoridad de sus hermanos en una fiesta. Las discusiones se dan en el seno privado.
Al igual que las relaciones entre hermanos son diferentes dependiendo del escenario donde se dé la función, también lo son las relaciones entre hombres y mujeres no emparentados.
Anthony, el mayor de los hermanos Bridgerton y el que debe dar descendencia al apellido, mantiene una relación amorosa y sexual con una mujer de la baja sociedad. Siena, cantante de ópera y prostituta, está totalmente alejada del mundo de Anthony. Si bien los sentimientos de ambos son sinceros, la diferencia de clases no puede salvarlos. En lo privado, ambos disfrutan, se aman y sueñan con una vida juntos, son iguales. En lo público, él jamás podrá ir acompañada de ella. Además, Siena y Anthony tienen discusiones acaloradas, pero la voz que tiene Siena en estos desencuentros nunca podría existir en lo público, no solo por ser de distintas clases, si no porque Anthony no consentiría semejante bochorno. La relación entre estos jóvenes es totalmente privada, y aunque es cierto que amigos y familiares cercanos pueden conocer de su existencia, cuando los amantes se encuentran en el escenario público no se dirigen ni una sola mirada. Además, este amor imposible se ve acentuado al ser Anthony el mayor de los hermanos, el que debe dar ejemplo y continuar con el apellido Bridgerton. No puede rebajarse a estar con una prostituta, no en el ojo público.
Centrémonos ahora en la pareja protagonista: Daphne, la cuarta de los hermanos Bridgerton, y Simon, el duque de Hastings. Simon es el hombre más popular de la temporada. Todas la madres lo persiguen para que flirtee con sus hijas. Por su parte, Daphne ha sido elegida por la reina Carlota como la joven de la temporada. Sin embargo, al elevarla a este nivel de deseo, pocos son los hombres que se atreven a cortejarla. Es por estas razones por las que comienza su relación: un falso cortejo entre ambos jóvenes, para que Simon (que no se quiere casar ni tener descendencia) se pueda librar de las madres y que Daphne sea más deseada por otros hombres y tenga más pretendientes. Lo que comienza como un contrato entre amigos y plenamente beneficioso para ambos, termina con una épica historia de amor.
Así, en lo privado, Daphne y Simon son amigos que se ayudan, iguales que se respetan. En lo público, él es un hombre respetable y deseable; ella es un trofeo que exhibir. Aunque ambos están de acuerdo, Daphne conoce su posición social y en ningún momento humillaría a Simon frente a la sociedad. Distinto es, lo que en privado, se echen en cara el uno al otro.
Tanto es la parafernalia en la sociedad y tan protegida como trofeo está la mujer, que cuando Simon y Daphne se besan, sin antes haberse comprometido, deben casarse. Obviamente, esto no sería así, si no hubiesen sido pillados por Anthony. El hermano mayor, guardián del honor de la familia, obliga a Simon a casarse con su hermana, puesto que ya nadie la querrá como esposa de saber que ha perdido su honra (con un beso). Simon, tiene sus motivos para negarse al matrimonio, e incluso, puesto que es un teatro y frente a la sociedad no se puede consentir tremenda afrenta a los Bridgerton, se baten en duelo. Finalmente, el duelo no se celebra y Simon accede a casarse con Daphne.
Centrados ya en su matrimonio es muy interesante el tema del sexo. Las mujeres de la alta cuna no saben qué es. Literalmente no son informadas de cómo se conciben a los hijos. Aunque son preparadas por sus familias para ser buenas esposas, no es hasta la consumación matrimonial que conocen el acto. Esto es tremendamente increíble, y podemos ver la sorpresa también de los hombres al enterarse. Cuando Simon se entera de que Daphne no sabe como se conciben los hijos y el placer sexual que conlleva el acto, le indica que se toque su sexo en su privacidad (cuando aún estaban en la temporada de cortejo y eran amigos).
En la noche de bodas de los dos jóvenes, tienen una discusión acalorada puesto que ambos creen que la razón por la que el otro ha accedido a casarse es la humillación pública. En esta discusión se gritan de igual a igual y acaban confesando sus sentimientos, que son correspondidos. Otra situación que de ninguna forma podría salir a la luz, puesto que el simple hecho de que Daphne tenga una voz en todo este matrimonio, le quitaría autoridad a Simon. Es en esta noche cuando consuman por primera vez.
Ya en sus vidas de casados, la juventud del matrimonio se hace notar. Su actividad sexual casi se asemeja a la de los animales. Sin embargo, algo que en estas escenas sorprende es como Daphne aún desconoce qué es necesario para concebir hijos. La razón por la que Simon no se quería casar era para no tener descendencia, una venganza dirigida su padre fallecido. A Daphne simplemente le dice que no puede tener hijos y ella asume que se trata de un problema de salud y no de voluntad. Sin embargo, le sorprende que justo antes de terminar el acto, Simon sale de ella para eyacular fuera. Ella desconoce siquiera lo que él está haciendo y lo habla con su primera doncella, que aunque son amigas en lo privado, jamás se tratarían como tal en lo público. La doncella al ser de otra clase social inferior sí conoce como se concibe y al contárselo a Daphne, esta queda horrorizada ante semejante engaño.
Es en este momento, lo que muchos lectores y espectadores han calificado de violación. Daphne al saber del engaño, cuando tienen otra vez relaciones sexuales lo obliga a eyacular dentro de ella. La sorpresa de Simon al comprender lo que está haciendo su mujer es increíble. Debemos entender que esto está orquestado en la privacidad del matrimonio. Si la sociedad supiera de esto, sería una tremenda ofensa y humillación para Simon, que como hombre superior podría y debería haber controlado a su mujer.
Lo público y lo privado también se puede ver claramente en otras escenas, así como lo masculino y lo femenino. En la historia secundaria de Benedict, el segundo de los hermanos Bridgerton, podemos ver una clara representación de estos escenarios. Benedict es un artista y como pintor empieza a introducirse en las fiestas del gremio. En una de estas fiestas, descubre a su nuevo amigo artista, el señor Granville, teniendo relaciones sexuales con un hombre. Granville más adelante le explica que su matrimonio es toda una falsa para contentar a la sociedad, al público y poder gozar en lo privado de su intimidad. El matrimonio de Granville y su esposa es un acuerdo, un contrato mediante el cual, él puede campar a sus anchas y tener relaciones con quien le plazca a la vez que contenta a la sociedad, y ella disfruta de las libertades de una mujer casada mantenida y que no le debe en lo privado nada a su esposo. En lo público son una pareja ejemplar y como tal él es respetado por ella.
Por último, no podemos obviar el papel de Lady Whistledown en toda esta función. Ella es la cotilla de turno, una identidad secreta para quien escribe y publica las intimidades de las familias de la alta sociedad. Lady Whistledown es el puente entre lo público y lo privado: publica la vida privada de los aristócratas. Es en estas publicaciones precisamente donde podemos ver el gran abismo entre ambos escenarios puesto que, cuando lo privado se hace público, la sociedad queda marcada.
Estos son algunos de los momentos en los que podemos ver claramente las diferencias en entre lo público y lo privado, lo masculino y lo femenino y cómo todo ello conforma una verdadero teatro de época, en el que cada uno va construyéndose su camino y espacio para ser medianamente felices y poder satisfacer tanto sus deseos personales como las expectativas públicas de la sociedad.